Aún hoy prosigue la polémica sobre el valor terapéutico y epistemológico del psicoanálisis. Eso indica su vigencia pero también el malestar que produce. Ese malestar no se debe simplemente a la resistencia del incrédulo, sino al anquilosamiento endogámico, que ha buscado en su aislamiento la inmunidad a la crítica. Pero la repetición de la polémica indica también la vigencia de una clínica, como es la clínica del sujeto, que resiste a todos los intentos de tratar lo psíquico desde fuera de lo psíquico. Este libro se propone abordar la angustia y el desamparo del sujeto sin la jerga habitual a través de tres perspectivas que se entrelazan: la soledad, como la condición más genuina de la subjetividad la pertenencia, como modo de darse un lugar en el otro y la transferencia, ese escabroso vínculo entre paciente y analista, que revela la pregnancia hipnótica de un sujeto.