José Ignacio García Hamilton le devuelve a Simón Bolívar su dimensión
humana y lo muestra como un ser creíble que, más allá de su relevante
periplo, participa de las debilidades de cualquier persona.
El huérfano indefenso; el diplomático rechazado por homosexual; el
demagogo que adula a los mestizos; el militar ambicioso; el tío que
encuentra la pasión con una sobrina; el hombre que tiene celos de su
vicepresidente Santander, se va convirtiendo en un comandante implacable
que declara la "guerra a muerte", fusila sin piedad a los prisioneros y
se constituye en dictador.
La relación con la estridente lesbiana Manuela Sáenz; la entrevista de
Guayaquil con el debilitado general San Martín; la seducción de las
esposas de sus oficiales en El Cuzco y Potosí; el sueño de ser coronado
como emperador, y la búsqueda del protectorado de Inglaterra van
configurando un personaje egocéntrico y a la vez generoso, cruel y
magnánimo, pero siempre fascinante.
Las oscilaciones de este luchador por la independencia y amante del
poder absoluto; sus pendulaciones entre los aportes libertarios y su
inclinación por la tiranía; su retórica democrática y el afán de hacer
constituciones a su medida, constituyen todavía un símbolo del auge y
ocaso de una América española paradójicamente esclavizada por sus
supuestos libertadores.