La buena comunicación es un arte que requiere conocimiento y ejercitación. La palabra es usada entonces de forma adecuada y educada. El poder de la palabra es grande y bipolar o ambivalente. Alienta, anima, construye; enciende la vida en gozo y esperanza en aquellos que reciben mensajes positivos. Pero también daña, hunde, atormenta; «hay palabras que matan», acuñó hace siglos la sabiduría popular. Este libro aporta pistas muy prácticas para utilizar de manera adecuada la palabra cuando proclamamos la Palabra y hablamos de ella. Especial destinatario de este libro son los sacerdotes y agentes de pastoral que se encargan de las diferentes celebraciones litúrgicas.