Hasta el siglo XVI no se comenzaron a escribir los romances. El romancero viejo está formado por todos los romances anónimos compuestos desde el siglo XIV al siglo XVI. Los primeros romances tienen su origen en el cantar de gesta y cada uno de sus versos estaba dividido en dos partes -o hemistiquios- por una pausa -o cesura- con una sola rima asonante. Como la fórmula del romance gustaba mucho al público, los juglares empezaron a componer otros en los que daban noticias, recogían leyendas populares, batallas, crónicas históricas, etc. Los romances son poemas de lenguaje sencillo y en ocasiones los juglares dejaban la acción interrumpida para dar mayor misterio a sus narraciones. Algunos romances tenían inspiración morisca, como el que narra cómo en el año 1431, el rey Juan II de Castilla llega ante Granada acompañado del infante moro Abenámar, a quien había ofrecido el trono de este reino, la cuidad se rinde y el infante es reconocido rey.