El narrador de esta perturbadora historia es ese niño, ese adolescente huérfano, varios años después, cuando, convertido en médico militar, presta sus servicios informando en África del tráfico de armas entre Oriente y Occidente. La novela se convierte así en un tributo al destino absurdo de todos esos seres que son víctimas de la Historia. Y a la vez, en un homenaje a la compañera que durante años trabajó al lado del narrador, y la que dirige este impresionante réquiem por todo un siglo de penalidades.