Sin embargo, a medida que pasan las semanas, al narrador cada vez le resulta más difícil contemplar con sarcasmo esos pueblos, en su mayoría abandonados, pobres, habitados por ancianas que únicamente hablan de los hijos y los maridos que perdieron en la devastadora segunda guerra mundial. Así, se siente más y más atraído por Vera, con quien se encuentra en diversas ocasiones.
La mujer le cuenta al narrador pasajes de su vida que aumentan su admiración por ella. Pero todo da un giro inesperado desde el momento en que la anciana Zoïe le desvela la verdadera historia del soldado a quien aguarda Vera.