Este libro expone los factores, de naturaleza política e ideológica, que están detrás de las nuevas leyes educativas. Además, plantea cómo la apuesta por una educación bajo los principios de inclusividad y la eliminación de prácticas escolares excluyentes supone reconocer la influencia de las desigualdades sociales en las desigualdades escolares, e interrogarse bajo qué mejores condiciones la escuela es más neutral y objetiva. En otras palabras, si se puede creer que la competencia escolar es justa e imparcial en un mundo injusto e imperfecto. Así mismo, el libro pone en evidencia lo paradójico que es que al hacerse realidad el ejercicio del derecho a la educación en una escolaridad obligatoria prolongada, el sistema público pierda fuerza de movilización, y es que cuando se tienen puestos en la escuela, ya no se piden éstos, sino que se lucha por una educación en unas determinadas condiciones.