Clara Badano, una chica llena de vitalidad. De pronto llega la enfermedad, y poco a poco se va desvelando el espléndido proyecto de su vida. Murió a los 18, pero ha dejado una estela de luz «¿Por qué Clara merece una biografía? Era cien por cien normal. Quería ser azafata, tocaba la guitarra y se sabía las canciones de moda... Un día tomó una decisión: «No quiero ni puedo permanecer analfabeta ante un mensaje tan extraordinario». Se refería al Evangelio. Gracias a su parroquia y a sus amigos. descubrió que la acera de la luz, de la vida, reside en Jesucristo, y la acera de la oscuridad, donde se tropieza porque apenas se ve, es la de la mediocridad». (Javier Alonso Sandoica, prólogo)