Para Nietzsche, la moral y sus valores no surgen de una conciencia innata ni de una razón «pura» que debe cumplir sus ideales en lucha con los instintos y las inclinaciones naturales, como enseñaba Kant, sino que la moral es una de las creaciones humanas que surge como respuesta a determinadas exigencias de la dinámica vital e histórica de los seres humanos en su lucha por la existencia y desde su necesidad de adaptarse al medio y desarrollarse. En todas las sociedades, el proceso de hominización, o sea, el acceso a la cultura, y con él la superación de la animalidad, se ha llevado a cabo mediante un tipo u otro de educación moral, que es la encargada de dar forma al caos de los impulsos vitales naturales del individuo.