El cerebro de una mujer está perfectamente acondicionado para convertir un sapo en príncipe. ¿Acaso no absorbió ríos de historias rosas, folletines, culebrones y películas empalagosas?
Más tarde o más temprano, el encanto se rompe y la realidad aplasta. ¿Vivimos con un desconocido? ¿Cómo puede cambiar tanto?
Aquí, algunas claves para revertir el mecanismo antes de que sea tarde.