Si en la primera parte «Diwan de Occidente», los poemas ahondan en su reflexión sobre el desengaño, la vejez, la propia biografía, en la segunda, «Diwan de Oriente», el sujeto lírico parece adelgazar la voz, abreviarla, y cargar de alusiones y silencios composiciones más desnudas sobre la aceptación de lo inevitable. En una y otra sección, sin embargo, se emplean registros, temas, músicas, formas o atmósferas de poetas alejandrinos, helenísticos, de la baja latinidad, del medio y del extremo Oriente. Escritor dúctil y siempre deslumbrante, Martínez Sarrión sabe alternar el tono meditativo y grave con el irónico y leve; el estilo fuerte, rotundo, desgarrado, que muchas veces descubre en un quiebro inesperado la emoción, con otro ingrávido y terso, de trascendida concreción. Y, en todos ellos, demostrar el dominio de una lengua y sintaxis de extraordinaria precisión y riqueza