El siete de marzo de 1939, el buque de transporte de tropas Castillo de Olite fue hundido en aguas próximas al puerto de Cartagena por los disparos efectuados desde una batería de costa republicana.
Este buque llevaba a bordo más de 2.100 soldados de los que murieron o desaparecieron 1.477. Mientras cualquier hecho notable durante la Guerra Civil fue motivo de la correspondiente campaña de propaganda, ambos bandos corrieron un manto de silencio sobre un hecho que constituye la peor tragedia de la España marítima contemporánea.
El paso del tiempo ha cubierto con una pátina de misterio el hundimiento de un buque que formaba parte de una ambiciosa expedición de 30 barcos y 25.000 hombres. Cartagena estaba prácticamente rendida, Francia e Inglaterra ya reconocían el gobierno de Franco y Negrín estaba a punto de traspasar la frontera de los Pirineos, lo que parece dejar sin sentido tanto el ataque como la decisión de Franco de enviar una fuerza tan extraordinaria sobre una ciudad agónica.
De la mano de Luisa, una periodista en paro, y Javier, un antiguo buceador de la Armada, Luis Mollá recrea literariamente los últimos momentos del Castillo de Olite sumergiéndonos en una historia llena de misterio, tragedia y ternura, a lo largo de cuyas líneas el lector quedará sobrecogido al imaginar que cuanto se narra se corresponde con la más insensata realidad.