Un hombre ha perdido la fe. Hasta el descalabro, nada más hay un paso. Sólo tenía dos opciones: hacer humildemente el bien o hacer humildemente el mal. Optó por las dos. Pero el mal es mucho más poderoso. El mal es biológico, primario, elemental.
El protagonista de Ordo dei, (perdedores anónimos), es el inspector Marcano, un hombre bueno convencido de que vive en el mejor de los mundos posibles, hasta que la realidad destroza sus esperanzas.
Son tiempos de crisis, no sólo económica: espiritual, ética, estética, el mundo se derrumba alrededor de quienes mantienen un espíritu limpio. En tal situación, defender la ley sin chocar contra la propia conciencia es muy difícil.
El mundo parecía ir hacia mejor, pero cada vez aparecen más perdedores, tanto que la ciudad no se atemoriza ante el espectáculo de los comercio asaltados, del cementerio en llamas, de los vídeos insoportables en la web del ayuntamiento, sino que lo toma como un espectáculo más en un mundo que zozobra.