El lenguaje escogido no es la lucha, ni la antítesis, ni la posición de unas ideas contra otras. Más bien resulta la calma, la delicadeza, un acercarse al ritmo suave y paciente, sensible y docto de los Padres del Desierto, de la forma dulce de evangelizar por la sabiduría y la bondad.
Este libro habla con santa Clara, reza, intuye nuestra naturaleza y ampliamente resalta el saber de lecturas, de meditación, de cercanía. No es sentimentalismo, sino oración para orar, para aprender, para vivir mansamente entre el torbellino y los amaneceres llenos de esperanza, cuando la tierra se ablanda, cuando el sol habla de volver mañana.
La dulzura de Clara recorre estas páginas, la santidad, la historia del dolor, de la consolación, de las hermanas, de las manos puestas a trabajar y el cuerpo a servir de templo nuevo al Señor, y de morada para los enfermos y afligidos. Todo con una suavidad de oración, contemplación, con figura y lenguaje entre lo poético y la brevedad de la saeta, la jaculatoria. Es interceder. La universalidad y la comunión.
María Victoria Triviño, clarisa del convento de Santa Clara de Balaguer, contemplativa de pluma inspirada, escribe y describe, suavemente, sin herir, anotando con claridad desde santa Clara, ya con sus 800 años.