Alain Vircondelet nos relata cómo se vivieron, el 8 de abril de 2005, los funerales de Juan Pablo II, y cómo entre la marea humana que se apretaba en la plaza de San Pedro se levantaron algunas pancartas en las que estaban escritas estas palabras: Santo subito. Era el pueblo cristiano del siglo XXI que reclamaba la rápida beatificación del Papa difunto. Y la Iglesia, obedeciendo su mandato, abrió el proceso.