A fines del siglo XIX, en la Argentina que empezaba a adquirir una forma definitiva, era infrecuente que una mujer escribiera. Había, desde ya, excepciones. Voces que se destacaban, a pesar de la insularidad de su producción. Allí están Juana Manso, Rosa Guerra, Eduarda Mansilla y Juana Manuela Gorriti. A este grupo se suma ahora la historia de Amelia Saldaña.
Amelia Saldaña, hija de una familia encumbrada que lo pierde todo, quiere ser escritora. Escribir, aquello que los otros ven solo como una obstinación, es lo que le permite seguir adelante. Aferrarse a la escritura es su patrimonio. Como parte del espíritu romántico de su tiempo, la vida de Amelia también será agitada, controvertida, llena de encrucijadas. En una época llena de dicotomías, nuestra escritora también encontrará las suyas: la literatura por encargo o la que se desea escribir. El amor de Alejandro, militar, o el de Juan Ignacio, literato, el silencio del seudónimo o la propia voz. Escrita con maestría, abordando la estética del folletín, la autora nos trae una novela sobre una mujer que quiere abrirse paso en un mundo de hombres, que no pretende deponer sus convicciones.
Con una excelente reconstrucción histórica, Gabriela Margall, en su obra más ambiciosa, nos cuenta el relato de una mujer y de las elecciones a las que se enfrenta.