Mientras tanto dame la mano es un poemario hecho de ríos, ríos silenciosos que ocultos bajo el asfalto guardan historias. Pequeños fragmentos de realidad que descubrimos al doblar cada página y que parecen dibujados en el agua. El poema, como el proceso de positivados en fotografía, fija un instante, detiene un momento, el de la imagen, en el líquido revelador. Pero los poemas, como las fotografías, deben ser silenciosos. Es una cuestión de música. Necesitan del silencio para existir. Nacen de él, y en él abren pequeños agujeros, como los claros que abren los indios en la selva amazónica, los imprescindibles sólo, para que la selva siga siendo selva, y el poema, poema.