Toda su obra, elaborada desde una rigurosidad muy exigente, se ha manifestado siempre como investigación de lo lingüístico y lo rítmico, en coordinación con una actitud ética nunca incompatible con la estética. Ello fue en su día celebrado por Salvador Espriu, cuando avisó sobre «su rico, puro y preciso castellano...», la «magnificencia de su voz; su seguridad expresiva, su sensibilidad tan abierta y tan alerta, el rigor de su construcción poética»; algo que también Gerardo Diego quiso destacar de su palabra, cuando dijo que «está sentida como seres vivientes que se asomasen por primera vez a la vida, a los labios, que se transpirasen respiratoriamente.»
Mitologías , que sin duda participa de los valores expresados, continúa desglosando el mundo del poeta, manifestado ahora en una especie de absorción continuada de aquella realidad que ha de servirle para reflectar las imágenes fungibles de su tiempo, así como las distintas estancias del amor y de la vida.