Dos voces de mujer sinceras, sin concesiones, que llevan hasta el final la exploración de sí mismas en los aspectos menos amables. «Ningún crimen lo cometí por odio, el que se ensaña es mi amor desgraciado.» Medea, Séneca Cuando el azar entrecruza sus vidas, las protagonistas de esta novela no pueden prever que un suceso terrible está a punto de transformarlas. ¿Qué angustia consume a Hélène? ¿Qué acontecimientos provocaron la decisión de la mujer que la observa? Sus historias esconden oscuras coincidencias. Las dos sufren una metamorfosis cuyas cicatrices las acompañarán siempre. Viven en una misma calle de París y, a su modo, una y otra son extranjeras. Cada día, Hélène arrastra a sus hijos al colegio sin reparar en ellos, su mirada se pierde en un horizonte invisible que sólo ella conoce. La otra mujer la sigue con curiosidad desde su ventana, ha abandonado a su marido y a su hija en un doloroso esfuerzo por buscarse a sí misma. ¿Qué une a estas dos mujeres? ¿Qué las separa? ¿Son la pasión sexual y el amor materno sentimientos incompatibles? ¿Quieren siempre las madres a sus hijos con una entrega sin ambivalencias?