Pepe Eliaschev se anima a algo que muy pocos periodistas pueden hacer
hoy en la Argentina: se para sobre el presente y mira hacia atrás su
propia vida, sin ira ni indulgencia, y repasa los momentos clave,
echando mano tanto a la emoción del relato íntimo como al punzante rigor
propio de las mejores armas del periodismo. Eliaschev confiesa que ha
vivido y revela viñetas de aquellos días de niño judío en Buenos Aires,
mimado por sabias abuelas #rusas#con exquisiteces culinarias
inmemoriales; anécdotas de su paso como estudiante politizado por el
Nacional Buenos Aires; páginas de una adolescencia siempre bajo la
impronta de erotismos desbordantes; o los tempranos inicios como
aprendiz de periodista capaz de ver en los maestros virtudes y miserias.
El Pepe adulto entra en escena con una mirada crítica y aguda hacia la
violencia política, que deriva en un exilio en el que armonizan, pese a
todo, ausencias, pérdidas y construcciones vitales (una familia, una
carrera, una idea d