Jaime Giménez Arbe, bautizado por la Policía como El Solitario, no es solamente un expropiador de bancos. Provisto de una conciencia política y de un bagaje cultural y existencial nada común, en esta autobiografía, escrita a mano, relata los motivos que le impulsaron a convertirse en un expropiador, en lucha permanente contra el capitalismo. Narra también sus relaciones con el movimiento anarquista europeo y con el nacionalismo corso. Igualmente, desmonta la farsa judicial que le condenó a 40 años de reclusión por la muerte de dos guardias civiles. Lo hace desde una cárcel portuguesa, pendiente de su próxima extradición a alguna prisión de máxima seguridad ubicada en el corazón de su principal enemigo: el Estado español.