Para James, el relato de fantasmas era todo un arte y debía ajustarse a tres normas esenciales: la historia debe tener un marco moderno, para acercar la experiencia al lector, los fenómenos espectrales deben ser malévolos más que beneficiosos, pues se busca provocar el miedo, y debe evitarse escrupulosamente la jerga técnica del «ocultismo» con objeto de no ahogar la emoción directa que suscita la historia.
Más historias de fantasmas de un anticuario apareció en 1911. «De los siete relatos que contiene --comenta James-- los seis primeros son producción navideña; el primero de ellos, Una historia escolar, lo escribí especialmente para la escuela de coro del Kings College. Los sitiales de la catedral de Barchester se publicó en la Contemporany Review. El señor Humpreys y su herencia lo escribí para completar el volumen».