El estilo directo de la autora es emocionante, sobrecogedor. El lector siente que lo toman de la mano y lo acompañan al interior del santuario, a la famosa cueva, tras los pasos de Bernadette Soubirous, la pastorcilla de Lourdes que gozó del privilegio de encontrarse con María, hasta el convento de Nevers, donde vivió y murió la santa en 1879 y donde, inexplicablemente, ha quedado conservado su cuerpo incorrupto.