Argumento de Los Pliegues Ocultos
Robbe-Grillet lo intentó inútilmente. La magia no sabe de ángulos rectos ni los objetos son otra cosa que objetos de deseo. No existen por sí mismos.Cortázar lo uppro le faltó cuelad clarvidencia. Fray Juan, Borges y Eliot sí rondaron el secreto. Teresa, Rilke y Pound, también. Recorro sus huellas reconociendo la sequía. Te observo cuando quiero poseerte. Desapareces, después y te alvido. La mentira de la página en blanco. Me ausculto entre la herrumbre -las uñas chirrían como tiza contra la pizarra- y a veces me alargo como una elipse oblicua que abarca hasta donde sus sombras; también me encojo, mínimo, como el discreto latido de la mota de polvo en las caprichosas grietas del rocío.1