Unos fantasmas no recluidos en un desván ni en una casa encantada. Entes que observan con curiosidad el afanarse de los vivos, animales urbanos, en el interior de un edificio en construcción.
Es el último día del año en un edificio en construcción en Buenos Aires que debería haberse entregado ya a sus inquilinos, pero no está terminado. Durante la mañana los futuros propietarios visitan el lugar, suben y bajan por el edificio acompañados por el arquitecto y los decoradores, mientras los albañiles trabajan. Alrededor de todos ellos flotan desnudos los fantasmas, presencias en la hueca estructura deshabitada e inacabada. Aquí todo ocurre como si nada ocurriera, como si tuviéramos en las manos un lento relato, concentrado en las descripciones físicas del escenario y los juegos de la luz dentro de sus estractura, extrañamente abstracto en su minuciosidad y enigmática sostenido por el fantástico vuelo de los fantasmas. Como en otros libros de Aira, sólo al terminar de leer Los fantasmas encaha acda piezan en su sitio y se revelan todos los significados.