Al gran alpinista George Mallory le preguntaron en cierta ocasión: ¿Por qué escalar las montañas? Su respuesta fue sencilla, ?Porque están ahí?. Creo que ésta es la respuesta más acertada para contestar a la pregunta ¿Por qué los aviones se estrellan en las montañas? Cierto es que, en algunos casos, la imprudencia y la negligencia son las responsables de que un avión termine como un ?puzzle? en la falda de una montaña. En otros casos, las causas se pueden achacar a fallos mecánicos, a una meteorología adversa o a un inadecuado plan de vuelo. Lógicamente, la montaña no tiene la culpa de estar donde está, esto lo explica la geología, pero inevitablemente las montañas están donde están e indiscutible es que los aviones terminan en ocasiones chocando contra ellas. El capitán Haddock, en Tintín en el Tíbet, comentaba: ?No, por mí que supriman las montañas? así se impediría que regularmente los aviones se estrellaran contra tal o cual cima??. Lógicamente, ésta nunca podrá ser la solución. En Sierra Nevada, Yabal Sulayr (Monte del Sol) como la denominaban los árabes, los restos de 11 aeronaves militares y civiles se encuentran entremezclados con las rocas metamórficas que forman esta cadena montañosa, que se precia de tener entre sus cimas el relieve más alto de la Península Ibérica, el Pico Mulhacén, con 3.478 metros. Avionetas deportivas y de entrenamiento, aviones de pasajeros y carga, helicópteros e incluso un bombardero ?aterrizaron ?por ultima vez aquí, a 3.000 metros de altura. En algunos casos fueron accidentes realmente trágicos, con una elevada pérdida de vidas humanas; en otros, éstos pueden tratarse, sencillamente, de un milagro.