Dijo José Luis Sampedro que escribir es como ser el arqueólogo de uno mismo, y que al escarbarse, podemos ver al criminal y al santo que llevamos dentro. En estas páginas hay trozos de la santa y la criminal que encontré detrás del espejo. Hay ángeles y demonios, y los restos de sus batallas, hay palabras saladas y letras arañadas, historias maquilladas y recuerdos sin retoques. Pero, sobre todo, hay una mirada sincera a los cristales que rompí haciéndome la guerra, a los añicos que intenté reparar huyendo, y al reflejo que me gustaría ver desde las alturas la próxima vez que curiosee detrás del espejo.