Describe la novela mundos paralelos envueltos en la intriga del argumento, tales como el paisaje costero cantábrico con la inquietante presencia de un solitario faro, el trasiego marinero de un pueblo pesquero y la personal evocación de las piezas de música clásica que constantemente aparecen a lo largo de toda la obra. Existe un halo de maldición en los personajes, del cual intenta escapar el protagonista a pesar del sinfín de obstáculos que se le van presentando. Intentará infructuosamente ocupar su sitio en un mundo difícil e incómodo. Pero de su propio interior acabarán surgiendo las miserias acumuladas durante su vida, disfrazadas por la protección que le ofrece el ensimismamiento de la música, y que finalmente acabarán desembocando en un final insólito. Transcurre la novela en paisajes duros de la costa norte en donde una violenta mar se manifiesta en todo momento presente, influyendo en las existencias de los habitantes que viven de ella y para ella. Ante tales dificultades se hará necesario buscar protección en lugares que funcionarán realmente como cautiverios, y en los que podrá brotar la fugaz semilla de la belleza, compatible e incluso responsable del progresivo alejamiento de la cruda realidad. Desde su dura infancia en un puerto de mar, interrumpida por los miedos y rencores de la guerra, sobreviviendo entre las sombras y abusos de la posguerra, nuestro protagonista llegará a su final ya en un ambiente más deslumbrante y fresco, propio de los primeros años setenta del siglo pasado. Sin embargo, el peso de su anterior peripecia dictará finalmente su destino.