Con la publicación de Las cenizas de Oradour el autor, sin saberlo, sin un propósito claro, inició una trilogía sobre hechos más bien desconocidos ubicados en la devastadora II Guerra Mundial, que dejó 66 millones de muertos, 44 de ellos civiles, y donde sus protagonistas son niños nacidos el 8 de noviembre de 1934. La segunda parte, titulada Las ruinas de Leningrado, nos sitúa al comienzo de un asedio que comenzó el 8 de septiembre de 1941 y duró hasta el 27 de enero de 1944. Aislados del resto de Rusia, los habitantes de la antigua Petrogrado, hoy San Petersburgo, estuvieron 872 días rodeados por tropas del III Reich con un resultado de más de un millón de muertes, principalmente por hambre y frío, en una población cercana a los tres millones de habitantes. A lo largo del asedio uno de cada tres ciudadanos murió antes de ver liberada una ciudad donde palomas, gatos y ratas fueron desapareciendo... hasta que solo quedaban las personas para ser devoradas.