No he podido a sustraerme a colocar como contraportada de este libro, la imponente imagen de la tronca de La oliva milenaria (Almería), tal vez el ejemplar más antiguo y en mejor estado en toda la cuenca Mediterránea, que en olivo casi quiere decir del mundo. A lo largo de sus muchos siglos de desarrollo, es de suponer que haya recibido múltiples intervenciones de poda, unas mejores y otras peores, pero que en cualquier caso habrán contribuido a conseguir su aspecto actual, pero resulta llamativo y coherente con lo que afirmamos en el texto, que incluso ahora y como consecuencia del abandono, se observe claramente la necesidad de poda, aunque simplemente sea de limpieza. El propio árbol lo pide , y cuanto más valioso, con mayor insistencia.