En Las penas del joven Werther, el más influyente de sus libros, escrito a la impresionable edad de veinticuatro años, Goethe recoge no pocos componentes autobiográficos. Otra parte nada despreciable de esta novela epistolar que narra un triángulo amoroso traduce las versiones espurias que de poemas ossiánicos hiciera James Macpherson, y su encendido apasionamiento prendió en el movimiento romántico que por entonces estaba a punto de surgir en Alemania. No faltan coincidencias, por otra parte, con ese canto de amor imposible que acaba en muerte que hallamos en el Tristán e Isolda de Wolfram von Eschenbach (quintaesenciado en Wagner), quien, como Goethe a través del ossianismo de Macpeherson, bebía en fuentes célticas altomedievales. Napoleón Bonaparte fue rendido admirador de este libro, que actuó como espoleta de la más grave decisión de cientos y cientos de jóvenes lectores despechados en un fenómeno que podría haber glosado John Donne en su Biathanatos en tiempos en que aún no se había acuñado la palabra suicidio. William Thackeray, Mary Shelley, Bohumil Hrabal, Ugo Foscolo o Thomas Mann son sólo algunos de los autores que se han inspirado en esta arrebatadora novela de la que sólo en España se publicaron decenas de ediciones.