Para acabar con las críticas constantes a la Curia romana, se requieren reglamentaciones nuevas que sigan criterios de subsidiariedad, transparencia y coordinación. Pero, por sí solas, tales reglamentaciones no bastan. Deben ir acompañadas por la correspondiente actitud del personal, que habrá de expresarse en la capacidad para trabajar en equipo, la sensibilidad y las habilidades comunicativas. Para ello se ha de efectuar una profesionalización y desclericalización de las funciones y puestos importantes de la Curia y, además, introducir un orden igualitario y una cuota de presencia femenina. ¡La Curia romana, como precursora y modelo de una colaboración de mujeres y hombres en pie de igualdad, sería una pauta importante en medio de las iglesias locales y de la sociedad!