El cuidado del ambiente ocupa un lugar destacado en la agenda política, cultural y mediática de Occidente. Si bien contaminamos, todos somos ?verdes?: nuestros hábitos desalientan el consumo de carne, cultivamos huertas, cuidamos plazas barriales o luchamos contra el maltrato animal. Con una mirada etnográfica ajena al consenso fácil sobre el tema, María Carman analiza el ambientalismo contemporáneo planteando preguntas inquietantes: ¿por qué los padecimientos de ciertos grupos se presentan como naturales y los de otros como inadmisibles? ¿Dónde empieza y dónde acaba lo que concebimos como humano? ¿Qué humanos, qué animales, qué objetos resultan dotados de valor y cuáles son desechables?
Con una escritura precisa que no cede a la mera retórica humanitaria, la autora explora las experiencias de dos grupos urbanos. En el primer caso, los habitantes de las villas ribereñas de la cuenca Matanza-Riachuelo, que se ven obligados a mudarse para evitar el sufrimiento ambiental. Entre ellos, hay quienes son reconocidos como personas portadoras de derechos y quienes son reducidos a una dimensión puramente biológica. En el segundo caso, los proteccionistas que se movilizan en defensa de los caballos, atribuyéndoles una interioridad y una vida moral que niegan a personas como los carreros, quienes usarían a un animal noble para un propósito ruin.
Este libro no sólo actualiza grandes tópicos de la antropología, como el deslinde entre naturaleza y cultura, sino que propone revisarlos a la luz de los abismos de clase y de las desigualdades sociales, y también preguntarse en qué medida el ambientalismo puede contribuir a la estigmatización de los sectores populares.