«Ustedes se preguntarán: ¿qué nos puede contar una criaturita que aún no ha nacido? Pues debo decirles que esos primeros nueve meses figuran entre los más apasionantes de mi vida y de la vida de mis padres, a los que ya irán conociendo... Por de pronto, me parecía maravilloso poder disponer de una casa-barriga tan estupenda para mí solito. Mis queridos padres, en cambio, consideraban adecuado que mi ocupación de la vivienda se limitara a nueve meses. Al principio no quería ni pensar en abandonarla, pero luego descubrí que ese fin suponía el comienzo de una época fabulosa: ¡la del descubrimiento del mundo!»