El protagonista de "Labios descarnados" no tiene nombre. Sus días transcurren entre la rutína del despacho, la del hogar y la nimiedades que conforman su vida cotidiana. La única inquietud que paradójicamente le mantiene vivo es un informe médcio sobre su salud, que no se atreve a recoger. Por eso, cuando le proponen que dé unas conferencias en Nueva York, no lo duda. Se embarca con su mujer pero lo que prometía ser un feliz viaje, debido a un desgraciado accidente, le hará ver los ojos de la muerte. A partir de entonces, tendrá que luchar por recuperar la ilusión de la juventud que abandonó a cambio de una madurez cómoda y anodina. Detrás de esta travesía se esconde en realidad un viaje de ida y vuelta al interior de la naturaleza humana que Juan Iturralde consigue reflejar en toda su complejidad, convirtiendo al lector en cómplice de una vida que acabará siendo también la suya.