Jenny se dejaba la piel trabajando como cocinera, intentando olvidar su doloroso pasado entre pasteles recién horneados. Hasta que un atractivo desconocido le ofreció una salida y un trabajo como grumete en su yate. Jenny no pudo resistirse a Ramón y juntos navegaron hacia la puesta de sol. Todo parecía perfecto? hasta que Ramón confesó que no era un capitán de yate, sino un príncipe de incógnito, a punto de heredar el trono. ¿Qué futuro podía tener una humilde chica de pueblo con él?