Si ha habido un hombre de muchas y contradictorias personalidades, desgarrado por la desbordante riqueza, por la punzante contradicción, es, sin duda, Nietzsche, tan amado y repudiado, tan olvidado y presente. Condenado en vida a la soledad más desolada, sus palabras han corrido la suerte tristísima de ser cogidas, diríamos por los pelos, y ateniéndose a la más muerta letra, por los peores, por aquellos que reúnen las condiciones que más le repugnaron, por aquellos que representan la voz de los suburbios humanos, allí donde jamás llegó la más leve claridad.