Las presencias de este libro de relatos están llenas de emoción sugerida. A través de un estilo sostenido y cercano, las narraciones de La orquesta banana tienen la velada trascendencia de pedazos de vida. La mayoría de estos cuentos, algunos marcados por itinerarios en París, otros auténticas miniaturas literarias sin geografía, nos muestran encuentros llenos de azar, radiografías de absurdas obsesiones, personajes con gratificantes dobleces, mujeres a veces con presencia hechicera y otras como referentes vitales de una efímera felicidad o un eterno desengaño. Desde la capital francesa a Zahara de los Atunes, lugares de referencia para nuestro autor, se describe un trayecto, de alguna manera, paralelo al recorrido de este libro, que se cierra con dos piezas de mayor calado: «Hotel Zahara», con su vertiginosa narración, entre un gélido presente, casi irreal, y la epístola; y el largo relato «Teresa», contado en un interesante juego de espejos. Ambas revitalizan, a su modo, un género de cuento sentimental. Este libro está lleno de casualidades y de apariencias que, cómo no, engañan. Sus relatos están escritos por Carlos Castro Muñoz, asesor fiscal sevillano cuya profesión no debe llevarnos a equívocos. Como en sus historias de extrañas coincidencias, ha mantenido una aplazada vocación de escritor y escondía un furtivo y, al mismo tiempo, fértil quehacer literario que ahora ofrecemos al lector por primera vez. Castro Muñoz, como declarado admirador y conocedor de la obra de Albert Camus, es sabedor de que los seres humanos llegan a serlo del todo cuando se rebelan y por eso juega a mostrarnos su rebeldía desde un terreno mucho más propicio que el de su trayectoria profesional, el de su irrenunciable vocación literaria.