Una historia tras otra; un contable que cambia de personalidad gracias a un karaoke, una familia acosada por la prensa rosa, un dálmata enamorado y además una comunidad religiosa que se opone a la llegada del ferrocarril. Las narraciones son como burbujas de oxígeno que nos dan un aliciente, como una medicina que nos alivia un dolor de cabeza, nos evita la monotonía y nos produce una alegría para seguir con la lectura. Braulio Ortiz nos propone en esta obra una mirada divertida, surrealista e insolente del mundo desarraigado que todos llevamos dentro. En definitiva una galería de proscritos, rebeldes e inadaptados que confirma a un autor del que la crítica destacó «su habilidad para construir personajes de enorme fuerza y su ambición a la hora de enfocar la historia desde diversos ángulos». (Care Santos, El Cultural).