No nos queda sino desear, aún con un poco de envidia, a aquellos lectores que lean esta historia por primera vez -jóvenes suponemos, aunque nunca es tarde...- que se embarquen también con viento favorable a bordo de su imaginación en pos de ese impagable tesoro que constituyen estas páginas, tesoro que a buen seguro jamás olvidarán.
La edición, espléndidamente traducida por Francisco Torres Oliver, incluye también catorce láminas a color del ilustrador norteamericano N.C. Wyeth.