Se ha considerado en numerosas ocasiones que el mundo rural vasco tuvo un ritmo histórico lento, en el que apenas se produjeron cambios de consideración y en el que perduraron costumbres agrícolas y pecuarias desde la noche de los tiempos hasta épocas contemporáneas. Sin embargo, como se podrá comprobar a través de la lectura de este libro, la realidad histórica de las actividades ganaderas es mucho más rica y diversa. La ganadería guipuzcoana tuvo que amoldarse en cada momento histórico a las necesidades de una sociedad y economía cambiantes, en las que hubo de convivir con otras actividades productivas como la agricultura, la siderurgia o la construcción naval, cuyo valor económico también varió a lo largo del tiempo. En cada momento, la ganadería ocupó un lugar determinado en el ranking económico, en función del peso específico del resto de actividades. Dos parecen ser los momentos álgidos de la actividad ganadera: la Edad Media (siglos XI-XV) y la Época Contemporánea (siglos XIX-XX). Como consecuencia de ello, a lo largo del tiempo, se produjeron numerosos cambios que afectaron, por un lado, al peso específico de cada una de las especies que componían la cabaña ganadera guipuzcoana, y, por otro, al régimen y modelos de explotación de cada una de ellas.
Algunos de esos cambios vinieron propiciados por intereses externos, puesto que la importancia de la actividad ganadera no se limitaba únicamente al mero cuidado de los rebaños. Existió durante el período relatado una serie de actividades industriales o artesanales que dependieron de los productos aportados por las diferentes especies ganaderas. El abastecimiento de carnes y de productos lácteos, la industria del calzado y el curtido de pieles experimentaron diferentes vicisitudes, pero una característica marcó su devenir a lo largo del tiempo y esa fue la endémica necesidad de importación desde los territorios limítrofes o desde algunos más alejados. Ello dio pie a prácticas especulativas, más o menos legales, que generaron importantes intereses, cuya presión llegó a incidir de una manera determinante en el devenir de la propia actividad ganadera y a provocar los mencionados cambios y variaciones coyunturales y estructurales.