«Calasso medita en sus ensayos atípicos sobre la Cosa escrita, vista e investigada hasta la morbosidad, persiguiéndola en impensables meandros de detalles a veces sorprendentes, pero hay una onda Baudelaire que lo atraviesa todo (¡sin duda!)» (Guido Ceronetti, Il Foglio).
«Calasso parece conocer todo lo que sucedió, todo lo que se escribió y pintó en Francia entre 1830 y 1900. Su curiosidad es insaciable» (Pietro Citati, La Repubblica).