Frente al malestar ante la propia firma y el deseo consecuente de muchas personas por cambiarla, el autor recomienda: "Uno debe "permitirse" escribir y firmar de la manera en que le salga hacerlo, con naturalidad y aceptación. Admitirse a sí mismo con sus luces y sombras. Será a partir de tales condiciones cuando pueda tener lugar una verdadera transformación personal (metanoia),
Internamente motivada, promovida y orientada".