Hoy en día la conciencia entre los adultos sobre la importancia de la inteligencia emocional es total y absoluta: sabemos que una buena gestión emocional es clave para nuestro bienestar.
Y lo que es bueno para los adultos todavía lo es más para los niños y niñas. Por este motivo, la educación de las emociones se ha convertido en el pilar educativo fundamental del siglo XXI. Si mostrar las emociones ya no es un tabú como lo era hace cincuenta años, lo que nos toca ahora es aprender a educar a los más pequeños en ellas para que las reconozcan y las identifiquen. El mayor regalo que les podemos hacer a nuestros hijos para que crezcan sanos, felices y conscientes de quiénes son es enseñarles a convivir con las emociones.
Mar Romera expone las dificultades y los conflictos más comunes que padres y madres se pueden encontrar durante el proceso de aprendizaje de los más pequeños, y propone formas de actuar que ayudarán en las relaciones entre padres e hijos para aumentar su capacidad de análisis y de actuación.