En este tratado, firmado por el pseudónimo kierkegaardiano «Anti-Climacus», la desesperación es considerada como una enfermedad, una «enfermedad del yo», relativa a «lo eterno en el hombre», y la única estrictamente mortal: «un estar muriendo eternamente, muriendo y no muriendo, muriendo la muerte., pero morir la muerte significa que se vive el mismo morir».
La desesperación es «algo muy dialéctico». Justamente, el autor de la presente «exposición cristiano-psicológica para edificar y despertar» se dedica a trazar este movimiento dialéctico de la desesperación. Descubre sus formas características, en su camino destructor, hasta establecer la desesperación como el pecado definitivo: desligar el yo del Poder que lo fundamenta, haber perdido a Dios y, con ello, haberse perdido a sí mismo.