El debate se ocupa también de la discrepancia como un elemento deseable y razonable en las sociedades donde el pluralismo condiciona la convivencia entre diversas formas de vida, comunidades y visiones del mundo irreconciliables con conjuntos entrelazados de valores. A este respecto, Putnam y Habermas proponen dos explicaciones alternativas acerca de por qué esta constelación no debe socavar la objetividad y la racionalidad que adscribimos a normas y valores.