Una investigación extraordinaria sobre los efectos benéficos que la naturaleza tiene sobre nosotros, escrita por una autora tan intrépida como amante de los datos duros.
¿Es usted un jinete de escritorio? El estrés constante de la vida urbana modifica el cerebro de modos que pueden incrementar nuestras probabilidades de esquizofrenia, ansiedad y trastornos del ánimo. En otras palabras: el mundo de las torres de oficinas, embotellamientos continuos y correos electrónicos no es adecuado para los sistemas perceptivos y cognitivos de nuestro cerebro. Está comprobado. Al mismo tiempo, los ambientes naturales y el aire libre son unos de los pocos escenarios en los que ponemos en juego nuestros cinco sentidos, y entonces, por definición, estamos completa, físicamente, vivos. La naturaleza impacta benéficamente en los seres humanos, pero ¿cuánto tiempo duran esos efectos? ¿Quedan anulados con el primer embotellamiento o ringtone? ¿Qué porcentaje de los beneficios de la naturaleza proviene de aquello que está en la naturaleza y cuánto del hecho de dejar atrás las cosas negativas de las ciudades y los lugares de trabajo?
Buda, Jesús y Reese Witherspoon fueron al desierto en busca de sabiduría. Florence Williams sigue sus pasos y lleva una caterva de neurocientíficos consigo. El plan: estudiar el efecto de algo tan bello y complejo como la naturaleza en algo tan bello y complejo como el cerebro. Florence Williams salió a develar la ciencia detrás de los efectos positivos que la naturaleza tiene sobre nuestros cerebros.