Nicolás, hijo de emigrantes judíos acomodados, crece en una Buenos Aires fascista donde sobrevive el sarcástico. Tartamudo incurable, pasa del rumano al castellano y luego al inglés y al francés. Estudiante en Paris del '68, descubre allí las complejidades del amor y la filosofía que amplifican los alucinógenos, en un viaje que sigue por Japón y lo trae de regreso al país para hacerse cargo de una familia.
Por ser tartamudo, Nicolás cava una interioridad. Zurdo contrariado, carece de motricidad fina, sus manos sólo saben romper. Engordado con jeringa de aceite de hígado de bacalao, se rinde ante las harinas. Una infancia sin lengua, sin zurda y con panza es una de las formas de la felicidad.
A comienzos de los años 60, Buenos Aires es un territorio hostil en el que el adolescente aprende a sobrevivir con sarcasmo, mientras la Historia prepara su próxima tormenta.
Elige la París a la que Malraux lava los muros para que los estudiantes los cubran de grafitis. De Sartre nadie se acuerda, se discute a Althusser y a Lacan, se descubren las alegrías de los alucinógenos y el sexo. Después de una aparición inesperada en Tokio, vuelve al bongó hippie de Plaza Francia y a los bombos peronistas de Plaza de Mayo.
En este contundente paso a la ficción, que es también la crónica de un viaje que une la Argentina, Francia y Japón, Tomás Abraham construye una historia vertiginosa que involucra al lector en sucesos que marcaron la vida colectiva. La dificultad es, además de un libro inolvidable, la crónica de una conquista: la de la palabra nacida en una boca que se le opone y resiste.