La Segunda Guerra Mundial depara cada cierto tiempo historias novelescas interesantes. La afición de los jerarcas nazis por el ocultismo y su avidez por los objetos místicos, baste recordar que Georing recorrió España tras la pista del Santo Grial, han sido terreno abonado para especulaciones y teorías conspirativas que han llenado miles de páginas. Cuando los límites de la realidad se sobrepasan a sabiendas para construir un relato como La Corona de San Esteban los resultados pueden resultar más que óptimos. Partiendo del suceso real del robo de dicha joya por parte de los nazis que creían en sus supuestos poderes místicos, Rafael Sadoc (1967, Sanlúcar de Barrameda) construye un relato sólido con interesantes hallazgos argumentales. Fruto de la rapiña y el miedo a la derrota la joya nacional húngara viaja en un avión con un destino incierto hasta que una tormenta a las afueras de Madrid hacen caer la aeronave.
Una vez recuperada y en manos del general Franco, que gobierna con mano de hierro España, este urde un plan para devolver el preciado botín a su legítimo dueño. Dos soldados haciéndose pasar por periodistas recorrerán una Europa en llamas y en la que los alemanes comienzan a ver claro su final. La pareja formada por un cabo gaditano de aviación de recta conciencia y un teniente al que los acontecimientos le abrirán lo ojos, es perseguida por varios servicios aliados dedicados a la recuperación de obras de arte y patrimonio histórico robado o perdido en el conflicto.
Giros argumentales y un increíble periplo con un trasfondo real convierten a la Corona de San Esteban en una novela ágil, divertida en la que hay un sitio para casi todo, incluyendo el amor.