Tras un silencio de casi una década que el poeta se ha impuesto, La certeza parece iniciar un nuevo estilo, abrir una brecha en la que el sujeto descubre motivos para la esperanza, razones de vivir, la certidumbre, tras varias dudas e interrogantes, de que la vida siempre se ofrece, siempre renace, siempre da motivos para sentir plenos los días y las ocasiones gozosas cuando irrumpe el sol del verano, o cuando se contempla la tarde desde la ventanilla de un tren. Por lo que tiene de inflexión, de inauguración de nuevos tonos, nos encontramos ante el poemario más maduro de su autor.